martes, 7 de junio de 2011

Perspectiva metodológica: Protocolo de investigación

La tesis que define el trabajo de Milan Kundera sobre el arte de la novela, y de la que parto en este proyecto de investigación es la siguiente: el arte de novela es sólo una de las diversas puertas en las cuales se puede acceder al mundo del arte, en el que cada arte tiene una puerta en específico que ninguna otra arte puede emplear; en el caso de la novela se refiere particularmente a la forma de la prosa en detrimento del verso, tanto en la extensión de cuento como de novela, y de carácter supranacional. Mientras sea capaz de plantear una nueva forma de construcción o lenguaje, o alguna forma de pregunta, de manera inédita sobre la condición humana, es decir, que describa una situación que llegue al alma de las cosas, y con una moral que escape a los deberes de las convenciones y que exponga la individualidad de sus personajes más allá de juzgarlos, el autor habrá de contribuir al arte de la novela europea.

El adjetivo europea es preciso contextualizarlo para evitar cualquier clase de malentendido: Kundera se refiere a cierta forma de hacer novela, que no tiene relación alguna con otras formas históricas de hacer novela, como la china por ejemplo; reconoce como autores de esta forma específica a François Rabelais y a Miguel de Cervantes, mediante sus obras Gargantua y Pantagruel y El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, enriquecida durante la Modernidad a lo largo del continente, y en la que el desarrollo del arte durante el siglo XX ha encontrado a sus mayores creadores fuera de ella.

Estas reflexiones sobre a su actividad literaria, son manifestadas en los ensayos plasmados en su trilogía del arte de la novela: El arte de la novela, Los testamentos traicionados y El telón. Cabe aclarar que no me interesa exponer ni desarrollar “el método Kundera” sobre el “arte”; personalmente no creo que este exista o que se pueda crear un “modelo omnicomprensivo” para explicar las distintas artes. Inspirado en su discurrir, lo que intento es dar rienda suelta a una búsqueda, que en lugar de ver una gaveta de archivos, con folders etiquetados con los nombres de cada actividad o valor artísticos, claramente definidos y jerarquizados, se vuelque hacia la comprensión del arte como una esfera en la que sus distintos contenidos están en contacto y fluctuación constante, con algunos permaneciendo dentro de ella siempre –los que nos importan y son el objeto de la investigación- y con otros entrando y saliendo, porque los valores extra-artísticos suelen ser más de los que imaginamos. Un intento de método está en la idea de extraer, de ciertas obras de arte, en autores específicos, y en alguna corriente o escuela, los valores, ideas o innovaciones, que aunque sabemos que no de carácter universal, pueden ser compartidos por distintas obras o artistas, no importando si es música, pintura o cualquier otra su actividad, y que por su importancia se incorporaron a la historia del arte.

Entendiendo que la caricatura política es un producto cultural, me basare en la concepción de cultura de Néstor García Canclini, que la explica como un producto de la Modernidad, que gracias a sus instituciones y especialistas, pudo ser categorizada y dividida en parcelas distintas, pero que con las crisis del proyecto moderno, dejaron de tener sentido estas divisiones; mientras que en la práctica real, la hibridación es un fenómeno que envuelve a la cultura de élite, la cultura popular y la cultura de masas, al igual que los cruces socioculturales que se dan entre lo tradicional y lo moderno, por lo que considera que no funciona la oposición entre tradicional-moderno como tampoco la de culto, popular o masivo. Lo que se necesita, según él, son ciencias ‘nómadas’, capaces de caminar entre las distintas categorías y que sean capaces de deconstruirlas, que incluso podrían brindar formas distintas de pensar la realidad, en su caso la latinoamericana.

Aunque aun no defino por completo a las obras que me servirán como ejemplos para la investigación, sí sé que es lo que busco: respecto a la escultura, me interesa destacar el valor de la técnica, algo que nos permite comprender cuando las cosas está bien hechas; de la música los valores de composición e improvisación, como factores de construcción, ensamble y digresión; de la pintura me interesa rescatar la construcción y el enriquecimiento de la cultura visual.

En el mismo sentido se han de analizar obras comprensibles en el desarrollo de la tecnología industrial y digital, que han tenido como fin comunicativo el entretenimiento en la televisión y el cine, las caricaturas o cartoons y el animé, buscando a su vez los valores que tienen en común con la literatura gráfica y la importancia que han tenido unos con otros en su desarrollo histórico. Una perspectiva interesante para contemplar lo anterior es la propuesta por Martín Barbero en su obra De los medios a las mediaciones, en donde se sugiere que más que poner atención a los medios mismos, la mirada se debe colocar en las dinámicas y relaciones que surgen a partir de estos, como la apropiación y el reconocimiento, es decir, en las mediaciones, lo que habilita las posibilidades de creación de mensajes e interpretación de discursos. Gracias a esto los metarrelatos políticos, podrían encontrar de nuevo lugar en este mundo, del que en apariencia, fueron desterrados por la posmodernidad.

Centro mi estudio de la caricatura política en el contexto de la prensa mexicana por el hecho de conocer de primera mano tanto la realidad social como a la prensa, y en general a los medios que la circundan; lo anterior no es poca cosa si se toma en cuenta que en este género periodístico, que se inscribe en el campo editorial, abundan como en cualquier otro, los lacayos y adictos al poder, que en lugar de realizar un trabajo honesto, buscan congraciarse con la clase política, o que simplemente siguen los dictados del jefe del medio en el que publican, lo que desvirtúa de manera tajante su trabajo de opinión.

Como ejemplos de literatura gráfica se recurrirá al estudio del monero Bulmaro Castellanos Magú y de su estilo propio, el feísmo, como aportación personal y al mismo tiempo cenit del lenguaje de la caricatura, ya que consigue uno de los objetivos supremos de esta, el escarnio por medio de la deformación del retratado mediante el dibujo, consiguiendo colocarse como paradigma del caricaturista político, según mi apreciación personal, al nivel del otro gran creador de una estética en el mismo orden, José Guadalupe Posada; todo lo anterior al margen de sus aportaciones al diseño gráfico y editorial.

Otro ejemplo para ser tomado en cuenta es el de los moneros jaliscienses José Ignacio Solórzano Jis y José Trinidad Camacho Trino, sobre todo en sus trabajos en “El Santos” y en “La Chora Interminable”, en los que sus dibujos de trazo sencillo, y sin involucrarse en temas políticos explícitos, tocan las fibras más sensibles de la formación tradicional mexicana, como la sexualidad, las drogas o lo escatológico, sin ninguna clase de tabú o concesión.

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