jueves, 5 de enero de 2012

Ensayo 1er capítulo de la tesis

Capítulo 1: La literatura gráfica, el arte, los medios masivos y sus relaciones con la caricatura política en el siglo XX.

1.1 Los campos artístico, comunicativo y político.

1.2 La caricatura política.

1.3 La literatura gráfica.

1.4 La fotografía.

1.5 Las vanguardias artísticas.

1.6 Los medios masivos de comunicación.

1.7 La contracultura.

La caricatura política debe ser entendida como el producto de los intereses de distintas áreas del saber humano, entre estos destacan los campos artístico, comunicativo y político; entendiendo la importancia de estas relaciones es que sabremos valorar a la caricatura política en su completa magnitud y en comparación con otros productos culturales.

En el aspecto político son dos los hechos los que definen la importancia histórica de la aparición de la caricatura, la Ilustración y la Revolución Francesa. La Ilustración es una etapa de la historia europea, inspirada en las revoluciones epistemológicas copernicanas y cartesianas del siglo XVII o siglo de la razón, es caracterizada por un movimiento filosófico, intelectual y cultural, sobre todo durante el siglo XVIII o el siglo de las luces en Inglaterra y Francia, con amplias repercusiones en Europa y el resto del mundo -dejando sentir su legado hasta la actualidad-, así denominado por su expresa intención ahuyentar a las tinieblas de la superstición y la tiranía humanas mediante la iluminación del conocimiento; la inteligencia bien empleada podría entonces construir un mundo mejor. Atrévete a saber es el lema que describe a la época.

A mediados del siglo se imprime la primera edición de la Enciclopedia de Diderot y D′Alembert, símbolo del proyecto de la Ilustración, que al recoger su pensamiento, logra compendiar el conocimiento humano de forma ordenada y jerarquizada, hace evidente las relaciones entre estos saberes; su base es el conocimiento de carácter empírico, científico, ajeno a cualquier visión religiosa, mágica o metafísica.

Hay también un cambio en los valores filosóficos, se entiende a la moral y a las costumbres como producto del tiempo y las circunstancias, la tolerancia comienza a ser apreciada, el libre albedrío es la norma para juzgar cualquier acto y la verdad y su búsqueda honesta son el valor supremo de la época. Se pensó que mediante el progreso se habría de alcanzar la felicidad terrena, que al librar al hombre de la esclavitud del trabajo, sería de carácter comunal, y le permitiría desarrollarse material y espiritualmente.

Dado el carácter burgués del movimiento ilustrado, este también reflejó su influencia en el mundo de las artes, por lo que estas continúan su desligamiento de la nobleza y el clero por el cambio hacia los viejos mercaderes y los nuevos capitales industriales de la naciente revolución industrial -esta separación comenzó desde el Renacimiento y no concluirá hasta que ambas instituciones desaparezcan en el basurero de la historia-; este deseo de legitimidad habrá de inclinar la balanza de las artes visuales al estilo grecolatino, y el Neoclasicismo habrá de implantarse como la principal corriente estética de la época. Los hallazgos de las expediciones a las ruinas griegas y romanas dieron como resultado la imitación equilibrada de los modelos clásicos, con ello se buscaba la claridad y la sencillez; usando a los antiguos mitos en forma de alegorías y metáforas, se volvieron la forma en que se codificaban los mensajes inscritos en las obras, y el papel que ocupaba la heráldica fue desempeñado por las representaciones de los valores laicos y liberales.

Esta lucha contra la ignorancia y el dogmatismo, fue acompañado por un proceso de secularización de la sociedad. La originalidad del pensamiento ilustrado consistió en que cualquier materia, sin importar su aparente importancia o ligereza, podía ser discutida con la misma profundidad, desechando cualquier prejuicio, para llegar a ideas antes desapercibidas o infravaloradas. Al carecer de cualquier sentido o contenido el discurso del derecho divino, las figuras antes intocables comenzaron a ser cuestionadas al perder su hálito de seres sobrenaturales, los personajes tradicionales de poder, como el clero o a la realeza, al no ser especialmente distintos del resto del pueblo carecían de una autoridad o mandato natural o divino para dirigir al pueblo.

La Revolución Francesa, inspirada en el movimiento de la Ilustración y en La Guerra de Independencia de las Trece Colonias de Norteamérica, da fin al absolutismo monárquico para establecer un nuevo régimen, en el que la burguesía y algunos sectores de las clases populares se vuelven la fuerza política predominante en el país. Su discurso ideológico se sustenta en la separación de poderes y la separación de la iglesia del Estado, en La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano y el que sería el lema que identificaría a la Revolución, libertad, igualdad, fraternidad.

Con el fin de los privilegios feudales, clericales, hereditarios y reales, se reconoce la transición del pueblo en ciudadanía, con ello se garantizan los derechos civiles al margen de toda autoridad, incluido el gobierno, la participación del individuo en la vida política se vuelve el fundamento de la nueva forma de organizar al Estado. Se establecen la libertad de prensa, de reunión, el sufragio universal y se mantiene el derecho a la propiedad privada.

Esta transición no sería comprensible si en el campo de la comunicación no se hubiera inventado la imprenta. La imprenta -que es una tecnología de reproducción de texto e imágenes, normalmente sobre papel, mediante la impresión de tinta- de tipos móviles, desarrollada por Gutenberg a mediados del siglo XV y perfeccionada a lo largo del tiempo, generó una revolución cultural al permitir una libertad de conocimiento nunca vista antes; al principio, y como parte de la buena tradición cristiana, los primeros libros en editarse fueron la biblia y demás textos religiosos –en toda nueva tecnología al principio sus productos sólo son asequibles a la clases pudientes-, sin embargo no tardaron en aparecer una gran variedad de impresiones que respondían distintos tipos y intereses, con lo que el conocimiento dejó de estar monopolizado.

No por nada en distintos momentos históricos se prohibió a ciertas clases o grupos sociales el aprendizaje o la enseñanza de la lectura, el ejemplo más claro es el de los esclavos, a los que mantenían en la ignorancia para negarles cualquier tipo de derechos. De esta forma ya se conocía el poder subversivo de la circulación e intercambio libre de ideas.

Otra cualidad de la imprenta es la velocidad con que se podían lograr las ediciones, antes había que esperar por años a que el copista terminara el libro completo, con la imprenta los textos cada vez tardaron menos en llegar a las manos de los lectores. Pero probablemente lo más importante es que permitió la clandestinidad; al evitar las reuniones y permitir al mismo tiempo la circulación de ideas, con la impresión de hojillas y folletines, contribuyó al debate político y la lucha contra la censura que ejercían de forma sistemática los gobiernos absolutistas. Es en este contexto en que nace la opinión pública, cuando distintas facciones podían hacer pública su posición, exponer sus ideas, y el pueblo puede adoptar alguna de ellas y hacerla propia.

La necesidad de producir imágenes con la velocidad con que se reproducían los textos obligó al desarrollo de las técnicas de representación acordes a dichos imperativos, fue así como el grabado se implementó en los talleres de impresión. El grabado es una técnica de impresión de una imagen sobre alguna superficie o matriz -soportes de piedra, madera o metal-, en la que se dejará una hendidura que alojará tinta que será transferida al papel por la presión de ambas superficies, y de la que se obtendrán un alto número de reproducciones bajo la lógica de original en negativo y reproducción en positivo.

También fue necesario desarrollar los signos y símbolos, normalmente basados en las representaciones tradicionales con poco o sin texto -no se puede pasar por alto que la educación masiva es un fenómeno del siglo XX, antes de ello las grandes masas estaban condenadas al analfabetismo-, intentando transformar y transgredir las convenciones de su tiempo. De haber cantidad o contenido en sus propuestas, o simplemente por lograr pertenecer a alguna moda -un fenómeno de la Modernidad-, terminarán por incorporarse a la cultura de la sociedad. Un hecho más caracteriza la importancia de la caricatura política: mientras la pintura tradicional de caballete y el resto de las artes visuales eran empleadas para enaltecer a los representados, en la caricatura se buscaba representar pero no de forma fidedigna, sino como juego, la deformación y lo feo se sumaron a los lenguajes y técnicas tradicionales de representación; esto era inimaginable en otra época, cuando la imagen refería directamente al dibujado, acorde al espíritu moderno, la caricatura profana al mostrar la ambigüedad de la que se compone el mundo.

La Modernidad como época histórica, con raíces en el Renacimiento, tiene entre sus mayores logros al nacimiento del individuo: desde la figura del autor, ejemplo de un sujeto capaz de crear algo de forma única e irrepetible, porque posee una personalidad propia que imprime o transmite en todo acto u objeto con que participe, al ciudadano, que es el individuo, que en conciencia de sus actos, desea determinar el curso de su vida; se aprecia lo irremplazable y único que existe en cada individuo. También nace una conciencia sobre pertenecer a una época nueva y más esperanzadora de la humanidad, a la Modernidad se le puede definir como el deseo consciente del individuo de ser moderno.

Ya teniendo en claro las áreas que intervienen en el desarrollo de la caricatura política se puede hablar de ella: la caricatura política es un género del periodismo inscrito en la sección editorial y de opinión, el caricaturista hace un comentario crítico o satírico sobre algún personaje o situación en específico. Parte esencial en su crítica consiste en deformar o transformar al retratado, volverlo feo o grotesco, y con esto provocar un efecto cómico en el espectador y con ello generar un acto de conciencia y reflexión.

El surgimiento de las grandes urbes y la transición de las grandes masas demográficas del campo a la ciudad es un fenómeno que culmina en el siglo XX en todo el mundo, por lo que el desarrollo de los medios masivos, especializados en actividades como la difusión de eventos de carácter trascendente para una sociedad denominados noticias, o de producciones de entretenimiento, es comprensible hasta este momento. Los antecedentes de la prensa escrita lo encontramos en las hojas sueltas de las primeras imprentas, pero tal como fue vista en el pasado siglo lo tenemos con el invento del linotipo de finales del siglo XIX, que pudo acelerar la impresión de ejemplares, el aumento de las reproducciones y el abaratamiento de la producción.

Sin embargo desde hace algunos siglos ya se conocía el poder que podía tener la prensa, no es gratuito que después de la ya tradicional división constitucional de poderes -ejecutivo, legislativo y judicial- se le considerara como el cuarto poder. Entonces para la prensa la credibilidad les garantizaba cierta cantidad de ventas y de lectores -al margen de la posición que tomaran, y aunque también por esto les llegaban nuevos lectores y mantenían a los viejos-, es por ello que la información que publicaran debía apegarse los ideales de la objetividad, la honestidad, el derecho a la réplica, el derecho al honor y al buen nombre, para generar confianza ante el público lector.

La prensa escrita no sólo contaba con imágenes de fotografías, caricaturas u otra clase de ilustraciones específicas, desde finales del siglo XIX empezó a publicar las primeras tiras cómicas, uno de los gérmenes de la literatura gráfica. Conceptualmente se encontraba emparentada con la fotonovela, pero mientras que esta debía limitarse a las capacidades de la cámara fotográfica y los sistemas de impresión, la literatura gráfica pudo abrir las puertas desde sus inicios a lo fantástico, llegando muchas veces a ser incomprensible una sin la otra en el desarrollo histórico de cada una.

El conocimiento de la literatura gráfica como disciplina artística es importante para la comprensión cabal de la caricatura política, ya que la literatura gráfica también engloba al cómic anglosajón, al álbum europeo en sus variantes regionales – como el bande dessinée francés, el fumetto italiano y el tebeo español-, al manga asiático, a la historieta latinoamericana, y a sus interrelaciones; va de la presentación pulp a la novela gráfica, pasando del hiperrealismo técnico a la abstracción gráfica, tanto en los géneros de “autor” como “comercial”, al margen del idioma en que fueron escritos originalmente -que suele ser en prosa y puede ser traducida sin mucho problema a cualquier idioma, cosa distinta con el verso que al unir el ritmo con la rima y la medida le presenta distintas dificultades a la traducción literal-; esto es porque la literatura gráfica ha creado sus propios lenguajes y convenciones de forma independiente, pero también en diálogo con otras disciplinas y medios como el cine o la televisión.

En cuanto a sus extensiones se inicia desde la viñeta, elemento básico e indispensable en toda la literatura gráfica, y que suele caracterizar a la caricatura política, luego viene la tira, la media hoja, pasando a la hoja completa, el suplemento, la revista, hasta llegar al álbum o al libro de tapa dura; también el mejoramiento en las técnicas de impresión permitió el paso del blanco y negro al color. Sus temáticas van de la no ficción a lo fantástico, pueden ser de humor, drama, comedia, aventura, tragedia, histórica o futurista, y apela tanto a los recursos de la ciencia ficción o de la fantasía como a los del realismo.

Entre sus aportaciones lingüísticas y compositivas encontramos a la onomatopeya o expresión gráfica de un sonido no humano, el globo de texto o espacio para el diálogo de los personajes, las exploraciones de perspectivas, encuadres y otra clase de narrativas acordes a la estructura y condiciones de la propia disciplina.

La fotografía -técnica de representación de imágenes fotoquímica, que emplea alguna película tratada químicamente como soporte para la impresión y a los lentes con la caja negra como equipo para capturar la luz, con la que un negativo original permite muchas reproducciones en positivo- ya establecida desde mediados del siglo XIX por Daguerre, fue importante para el desarrollo de la prensa escrita porque vino a reforzar la intención que se expresa en el texto, con la cualidad de que la imagen fotográfica en apariencia capta la “verdad objetiva” del mundo, y por ello presenta pruebas irrefutables sobre algún hecho o situación. Dado que la credibilidad debe ser la principal característica de la prensa, la fotografía se pudo adecuar al mundo de la prensa sin ninguna clase de problema.

Gracias a que permite la identificación fidedigna del retratado, liberó al caricaturista para ampliar sus lenguajes y experimentar con los estilos, siempre y cuando la referencia no se perdiera. La búsqueda de los nuevos derroteros gráficos y estéticos en la caricatura, como en el resto de las tradicionales técnicas de representación, es una situación que inicia en la segunda mitad del siglo XIX -justo por el desarrollo de la fotografía entre otras causas- que alentará a las vanguardias artísticas hasta mediados del siglo XX, cuando terminen por ser arrolladas y cooptadas por el mundo capitalista y los medios masivos de comunicación.

Al perder el sentido de representación realista -la cámara fotográfica hacía el mismo trabajo en menos tiempo- la pintura debió redirigir su búsqueda -¿no es acaso la búsqueda de lo que se puede representar el problema ontológico fundamental de la pintura?- y mirando hacia otras tradiciones estéticas y culturales distintas a las occidentales, es que encuentra otros caminos para continuar con su historia; esto la lleva del exotismo del tercer mundo a la exploración de la conciencia y los sueños; a su vez exalta la tecnología y abraza voluntariamente el discurso político, se suma a la causa del pueblo, y asegura que el progreso de la historia habrá de darles la razón.

Ese siglo fue el más propositivo en la historia de las artes visuales, los lenguajes y las técnicas se incrementaron de una forma inédita; se le dieron a la imaginación y a la creatividad importancia capital, lo que produjo obras que fueron abucheadas, censuradas, o simplemente incomprendidas, los artistas actuaron con valor y sostuvieron que el futuro los habría de mirar con gracia, jamás imaginaron en lo que terminarían sus invenciones y desafíos, totalmente diluidos en los productos de la cultura masiva.

La prensa escrita es la antesala de los medios masivos de comunicación, por su doble virtud de llegar a un alto número de consumidores y por su capacidad para formar a la opinión pública, pero estos dan su gran salto cuando pueden unirse a la tecnología eléctrica. La masa -como fenómeno tiene sus orígenes en los siglos XVII y XVIII, solían ser denominados despectivamente como la turba o la muchedumbre, en México contamos con nuestra variante histórica: la bola- surge en el proceso de urbanización de los siglos XIX y XX, es un público abundante, heterogéneo y anónimo que se ve como espectador ante un emisor único de discursos.

Este emisor suele ejercer un monopolio sobre los distintos medios para que sean menos las distintas voces que se pueden expresar; ya sea por la publicidad o propaganda que se transmite, o según sea la ideología de determinado medio, se hace claro que los medios masivos de comunicación son poderes fácticos que responden a intereses específicos más que a la sociedad misma. Es patente la relación jerárquica donde el emisor se coloca en la cúspide, mientras el espectador masivo consume los mensajes y discursos que se transmiten por los medios.

Por la importancia que han llegado ha adquirir, en muchos países el derecho a la información ha adquirido el rango constitucional, y como los medios masivos de comunicación son los principales transmisores de la información y las noticias, es que ha generado formas nuevas de relación pero también de confrontación con el resto de la sociedad y con el gobierno mismo: La autorregulación ha sido uno de los mecanismo que ha implementado para evitar la censura sin dejar de tirar hacia el lado de las libertades, esto cuando es una prensa honesta; cuando ocurre lo contrario no tarda en caer en la desinformación, la difamación, el sensacionalismo y la manipulación. La libertad de expresión y opinión debe ser limitada solamente por el derecho al honor, al buen nombre, pero también a la intimidad y a la vida privada.

Esto último es determinante para estos tiempos: con el transcurso de los años se ha perdido la noción de privacidad, parece que todo debe pasar por el escrutinio del ojo público, nada merece ni debe ser guardado en la intimidad de la vida privada. ¿Pero no es este acaso uno de los valores determinantes para la Modernidad? El derecho del individuo a poseer una doble faceta, la pública y la privada, parece que terminará siendo socavada en la era de las comunicaciones instantáneas y las redes sociales digitales.

Los medios masivos de la sociedad urbana electrificada y alfabetizada, y previa a la tecnología digital, son la prensa escrita, el comic, el cine, el radio, la televisión. De los primeros ya se ha dicho algo; los últimos vinieron a revolucionar las formas de consumo de la comunicación en la sociedad del siglo XX: por un lado aumentó la cantidad de espectadores, pero también vino a reconfigurar las convenciones del tiempo y el espacio al diferir tanto a la temporalidad del evento como a su ubicación geográfica respecto al espectador, que ya no tiene que presentarse en determinado lugar para presenciar algún evento en específico, la ubicuidad de la relación emisor-receptor se volvió determinante. Las referencias comenzaron a ser planetarias en un sentido más pleno de la palabra, mientras se acentuaron los intercambios multiculturales; es uno de los rostros de la Posmodernidad que se muestra con claridad.

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